Karina, rumbo a Clínica Tambre
Son las tres de la tarde en Madrid. Karina se ve apurada. Tiene cita a las tres y media en Clínica Tambre, y por algún motivo, presiente que va a llegar tarde. Ella no suele ser una chica impuntual.
No obstante, se siente excusada. Va a acudir a donar acompañada de las dos mujeres más importantes de su vida: su madre y su abuela. Para todas y cada una de ellas, es algo simbólicamente importante. Su abuela, debido a su avanzada edad, no suele salir con frecuencia de casa, y ese día hasta se había arreglado algo más de lo normal para la ocasión. Su madre, por otro lado, siente especial orgullo por ver como Karina se ha hecho mayor, y toma conciencia sobre su faceta más empática y altruista.
Ya en los asientos traseros del coche, Karina ladea la cabeza para mirar a su madre y a su abuela, sentadas cada una a su lado. Cuando se decidió a donar óvulos, jamás pensó que acabaría yendo acompañada de su madre y de su abuela. No puede evitar recordar lo mucho que les sorprendió su respuesta al ponerlas al corriente sobre su decisión.
Karina tuvo, como todas, ciertas reservas a la hora de donar óvulos. Lidiar con la idea de tener un hijo por el mundo que es ajeno a tu vida no es ninguna tontería. Karina tiene 22 años, y aunque no es habitual en chicas de su edad, sus principales confidentes son su abuela Dominica, y su madre Gabriela. Karina pensó que no habría un momento mejor para comentarlo con ellas que el domingo, día de la semana que solían reservar para ver alguna tienda después de comer y ver una película las tres juntas durante la cena.
Dicho y hecho, en el momento de sentarse a cenar, Karina le pidió posponer el encender la televisión porque había un tema que les gustaría comentar.
Dominica, la abuela de Karina
Dominica es una mujer mayor. Llegó hace pocos años a Madrid. Su hija Gabriela se encargó de que viniese a España después de que su marido falleciera. Desde entonces vive con su hija y con su nieta. Tiene sentimientos encontrados con Madrid y su nueva vida: por un lado, su calidad de vida ha mejorado, y le gusta mucho la ciudad. El ritmo tan acelerado de Madrid le agobia un poco, y tras una vida en su ciudad natal no es raro que de vez en cuando se ponga nostálgica y le hable a Karina de su tierra.
Karina realmente no sabía que podían llegar a decirle dos personas tan conservadoras como podían ser su madre, y muy especialmente su abuela Dominica. En el momento de arrancar a hablar y poner el tema sobre la mesa, Karina mira a ambas mujeres, aunque establece más contacto visual de primeras con su madre, quizás para buscar a una aliada frente al conservadurismo de su abuela.
Sin embargo, la reacción de Dominica fue muy contraria a la que Karina se habría imaginado de primeras. Con una sonrisa llena de ternura, Dominica fue la primera en hablar tras acabar Karina: “Niña, lo que vas a hacer es muy hermoso, y te honra. ¿Sabes qué les pasaba a las chicas que no podían tener hijos en mi tiempo? Se acababan ordenando en algún convento, ya que ningún hombre las casaba. Ojalá la medicina hubiera estado tan avanzada entonces como para haberles dado la oportunidad de ser madres gracias a la generosidad de otras chicas, como la tuya»
Gabriela, la voz de la conciencia
Fue sin embargo su madre, Gabriela, la que sin llegar a desaprobar su decisión, le recordó que era una decisión que requeriría reflexión: “Hija, me encanta cómo te estás desarrollando, y la conciencia que estás adquiriendo sobre ti misma, y sobre el resto de personas. Donar óvulos no es una decisión que deba tomarse a la ligera, y tienes que lidiar con la idea de que el día de mañana un hijo biológicamente tuyo esté por ahí haciendo su vida, y de quien tú probablemente nunca vayas a saber nada de él. Si eres capaz de asimilar esa idea, y no te supone ningún quebradero de cabeza, no puedo sino apoyarte en una acción tan hermosa. Estoy segura que uno de esos óvulos acabará por hacer muy feliz a alguna mamá en el futuro. Pero cuéntanos un poco más sobre el proceso”.
Karina estaba encantada. Tras un breve resumen en el que Karina contó a Gabriela y Dominica cómo dio con Clínica Tambre, juntas estuvieron durante la sobremesa echando un vistazo a la página web de Tambredona, y aunque el procedimiento de extracción de óvulos no requiere de intervención ambulatoria, Gabriela insistió en acompañar a su hija a donar en aquella primera ocasión.
Una vez en el centro, sentadas en su sala de espera individual, Karina no puede evitar ponerse nerviosa durante un momento. Su abuela Dominica y su madre Gabriela se percatan y no dudan en cogerle de la mano con el gesto más tranquilizador del mundo. Karina es capaz entonces de respirar tranquila. Mira a su alrededor, y lo cierto es que le encanta la clínica. De hecho, no parece en absoluto una clínica. De alguna manera, el buen trato recibido hasta ese momento, y la compañía la animan a levantarse decidida cuando vienen a llamarla. Sabe que está bien acompañada, y en manos de los mejores profesionales. 😀💚
Si después de conocer la historia de Karina, te estás empezando a animar a donar y unirte al movimiento #tambredona que hace felices a tantas familias cada día, estaremos encantados de informarte de todo el proceso en una consulta online o presencial sin ningún coste. Puedes llamar al tlf. gratuito 900 833 901 o enviar un WhatsApp al 601 634 766 o bien completar el siguiente formulario y nos pondremos en contacto contigo.